La solemnidad de Corpus Christi, suele transformarse en una celebración más de la Iglesia, donde nos reunimos como comunidad a celebrar la presencia viva de Cristo, en cuerpo y sangre, pero ¿no hacemos lo mismo en cada Eucaristía?, Si, pero en esta oportunidad le dedicamos un rito especial, un signo distinto, acompañamos su presencia eucarística por nuestras comunidad barrial, diocesana en procesión. Llevando su bendición a todos los hogares y personas que cruzan nuestra procesión…
La fiesta del cuerpo y sangre de Cristo se remonta al siglo XII, cuando en 1208 una monja de clausura, Julia de Mont Cormillon de Leya, hoy Bélgica, tuvo su primera visión al mirar la luna llena y ver en ella una mancha oscura. Recibió entonces la revelación, por parte de Cristo, de que aquella mancha significaba la ausencia en el calendario de una fiesta especial en honor a la eucaristía. Recibió, además, el encargo de promover esa fiesta. Pasaron varios años antes de que la vidente pudiera encontrar a alguien dispuesto a escuchar su propuesta favorablemente. En 1240, Roberto, obispo de Lieja, promulgó un decreto estableciendo la fiesta en su diócesis, para que se celebrara el segundo domingo después de pentecostés. En 1251 el legado papal cardenal Hugues de Saint-Cher inauguró la fiesta en Lieja. En adelante se celebraría el jueves después de la octava de pentecostés.
En 1264, el papa Urbano IV extendió la celebración a toda la Iglesia. Sin embargo el papa Clemente V confirmó el decreto de su predecesor y Juan XXII lo publicó en 1317.
Al principio no se hacía procesión. La primera noticia que se tiene de esta práctica se remonta al año 1279, en Colonia. Pronto siguieron su ejemplo otras iglesias. La hostia consagrada se llevaba procesionalmente por las calles y los campos, tributando así público homenaje a Cristo presente en el sacramento. Para exhibir la hostia se usaban entonces los relicarios. Más tarde comenzó a elaborarse lo que hoy conocemos con el nombre de custodias. Desde entonces las fiestas y procesiones fueron creciendo, y cada año se celebra con mas fervor, mostrando la alegría que tenemos los cristianos, y el gozo de saber que allí esta Cristo vivo.
Jesús Eucaristía se manifestó en diferentes milagros, como en Lanciano, Italia, cuando delante del sacerdote la hostia se convirtió en carne y el cáliz en sangre; como este hay muchos milagros mas de Jesús Eucaristía que nos muestra día a día su presencia.
Jesús Eucaristía nos espera siempre allí en el sagrario para iluminar nuestro corazón. En cada Eucaristía nos da fuerza para seguir adelante en nuestro caminar diario, aprovechemos esta fiesta especial, en que mostramos al mundo a nuestro Maestro, que se quedo con nosotros allí, en ese pequeño pan, en esa hostia sagrada. Sin miedo digamos que creemos en ese misterio de amor, en que Jesús se nos manifiesta con el cuerpo y sangre, con el pan y vino.
Que esta fiesta, no sea una fiesta más, sino la celebración de la presencia viva de nuestro Señor!
Feliz Corpus Christi!
De Colores!!!