Todos nuestros miedos e impedimentos para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas fueron ofrecidos al Señor y quemados en un enorme fogón. De ese fuego alimentado por nuestros ofrecimientos surgió la luz que, a través velas, nos acompañó en la peregrinación por las calles de nuestra diócesis hasta la Catedral. Allí, para coronar la noche de Vigilia de la mejor y única manera posible, se celebró la misa.
Los cantos, la alegría, el compromiso, la apertura de corazón y la oración nunca faltaron en la vigilia y eso, a mi parecer, solo significa una cosa… el Espíritu Santo descendió nuevamente sobre su Iglesia reunida en el nombre del Padre, del Hijo y del mismo Espíritu Santo.
De Colores!
Roxi (J.XXXV)
Roxi (J.XXXV)
Gracias Roxi!
Ave María y Adelante...!
De Colores...!