23 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad...

Por Carla Ramírez, J.XXXIX.

Martina y Simón eran hermanos y vivían con sus papas, su abuelo y un perro labrador. Martina tenía 6 años y Simón 8 años. Ambos disfrutaban la época navideña, sobre todo la parte en la que junto a su madre se encargaban de mandar tarjetas a familias con los cuales no podían juntarse porque vivían muy lejos.
Casi siempre Martina se encargaba de hacer adornos navideños para el arbolito y cocinar galletas con su mamá y tía, que a veces venia a pasar las tardes con ellos. Mientras ellas se ocupan de la cocina y demás, Simón iba junto a su papá y su abuelo a comprar un árbol. Simo como a veces lo llamaba su papa disfrutaba de hacer esa actividad ya que se sentía todo un hombrecito.
Cuando llegaban a la casa por la tardecita las mujeres de la casa los esperaban con chocolate caliente y galletitas con chispas de chocolate. Todos se contaban lo que habían hecho en el día y luego de merendar, se organizaban para armar como familia unida que eran el arbolito.
Al llegar la hora de dormir, los pequeños del hogar habían planeado quedarse a dormir cerca del arbolito para así poder estar presentes en el momento del nacimiento del niño Jesús. Su abuelo les había contado la navidad pasada que cuando el era chico se encargaba de armar junto a sus hermanos el pesebre y antes de la noche de navidad se sentaban junto a el para así recibir al recién nacido.
Ellos están tan sorprendidos que sintieron las ganas de hacer lo mismo y entonces en el momento en que se iban a ir a la cama ambos dijeron que querer dormir cerca del pesebre para recibir al niño Jesús. Los padres los miraron asombrados de tal cosa que los niños decían porque esos siempre solían estar mas preocupados por el momento en que Papa Noel llegaba que en el pesebre.
Entonces los chicos les contaron que su abuelo hacia eso de pequeño, porque su mamá les había enseñado que lo importante de la navidad no eran los regalos que se recibían sino el saber que ese día nacería alguien muy especial para todos nosotros. Y era por ello que ese día ellos no querían ver los regalos que Papa Noel había dejado sino el saber que estaba naciendo alguien especial.
Y es por eso que ahora cada navidad la familia Linux se reúne no solo a armar el arbolito sino a preparar el pesebre en el cual el salvador del mundo nacerá y traerá nuevas esperanzas para todos.

Ave María y Adelante...!
De Colores...!