La tradición de representar el Nacimiento del Señor se remonta entre los Cristianos al Siglo XIII. Tal iniciativa se debe a San Francisco de Asís quien para aprovechar espiritualmente mejor el ministerio de la Navidad pensó en reproducir el lugar donde había nacido el redentor. Se cuenta así que armó un establo llevando animales y el mismo se ubicaba en los diversos lugares de los personajes, la Virgen María, San José, los pastores y hasta los animales, y meditaba sobre cual sería su actitud frente a ese Niño Dios que se había hecho Hombre para salvar a los hombres.
A partir de esto, comenzó la idea de utilizar figuras para aumentar la escena del nacimiento, sobre todo en Italia y luego paso al resto de Europa y a todo el mundo cristiano. Desde ya es una costumbre que quedo solamente entre los católicos y que los protestantes no siguieron después de la reforma del Siglo XVI.
También, los pesebres, tomaron sus características según las regiones, por ejemplo los pesebres Napolitanos, cuyos personajes están vestidos a la usanza campesina del Sur de Italia, o bien el hecho de ser objeto sus figuras de verdaderas obras como de arte como el pesebre de tamaño real realizado en madera tallada policromada por los artesanos de oberammergau, Alemania, que fuera obsequiado al Papa y que se arma todos los años dentro de la Basílica de San Pedro.