
San Ignacio de Antioquía llama a Jesús: "el Hijo de Dios y de María". El Concilio de Éfeso en el año 431 declaró esta verdad como Dogma; e iniciamos el año mirando este cuadro desbordante de ternura: la Virgen Madre con su Hijo Hombre Dios. Toda la grandeza de María está en este Niño Divino.
En su Hijo nos sentimos hermanos y la queremos como Madre. Ella nos alimenta con su intercesión, nos anima con su ejemplo, nos espera en el reino de su Hijo, nuestro hermano y Señor.