Para empezar les cuento que soy de la Pquia. Sdo. Corazón, soy militante en A.C.A., y estoy delegando un grupo de jóvenes (Juveniles mayores). Cada uno de los grupos tiene su apostolado, es decir, un lugar donde dan su vida por cambiar algo en el mundo.
Esta vez, el grupo de premayores, preparo (con un esfuerzo admirable y ensayando durante casi 4 meses) una obra de teatro para llevar al penal. Y allá fuimos…
La verdad que fue una experiencia muy fuerte. Estaban, además de los internos, sus familias, compartiendo el día con ellos. La obra se hizo en un comedor grande, donde estaban todos pasando la tarde… Y afuera una imagen muy dura… Habían puesto un castillo inflable y los chicos jugaban ahí, rodeados de alambres que cierran la cárcel y lleno de policías, obviamente armados, vigilando que nada pasara. Terrible imagen, terrible que lo normal para esos chicos para ver a sus papas sea ir a ese lugar. Terrible crecer con esas imágenes como cotidianas.
Por otro lado estaban estos premayores yendo a dar su tarde para compartir con estas familias un poco de Dios, entregándose otra vez por este llamado a vivir a Cristo. Los veía actuar y se me cruzaban mil cosas por la cabeza, veía a los chicos como se reían con estos payasos que estaban arriba del escenario y el corazón se me llenaba de felicidad… Porque estos premayores mostraban como a pesar de todo lo malo que pasa en el mundo, si uno quiere y se entrega a Dios puede cambiar algo en este mundo del que todos nos quejamos.
Hablando con Walter, uno de los internos, me contaba como construyeron una capilla dentro del penal y como él, dentro de los errores cometidos, de que su familia no lo venia a ver, dentro de su encierro, su “perdida de todo” (como el me dijo), encontraba a Dios en ese lugar, y me contaba con una Fe increíble que Dios es el lo que lo sostiene, lo que lo mantiene en pie y lo que lo hace sentir vivo. La verdad me hizo pensar y dar gracias a Dios por poder estar ahí, valorar mi vida, mi libertad. Sin evaluar que hizo cada una de las personas que estaban ahí, sin pensar en porque llegaron o porque siguen ahí, rezo porque Dios los ilumine, que los siga bendiciendo con esa Fé tan fuerte y que sea El quien los transforme.
Y sobre todo rezo para que todos podamos vivir estas experiencias, porque realmente es lo que da sentido a mi vida, poder estar en el medio del que nos necesita y llevarles este Dios que tan feliz nos hace. Le pido a Dios que todos seamos testimonio de su amor, que podamos escuchar donde nos necesita para poder trabajar en su nombre.
Doy gracias a Dios por ponerme en ese lugar y a premayores por dejarme compartir esto con ellos.
"Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos,
lo hicieron conmigo"
Mt 25, 31-46
De colores!!!
Flor
J XXXIX.