5 de enero de 2011

Victoria en el patio de comidas..

Matthew Cullinan Hoffman

29 de diciembre 2010 (Notifam) – Cuando el año 2010 estaba llegando a su fin, algo maravilloso ocurrió en el patio de comidas en un centro comercial canadiense. De repente, los dueños de los locales cobraron vida y comenzaron a cantar, a cantar en forma bella, el Coro “Aleluya” del Mesías de Haendel. El evento “flashmob” (“repentinamente multitudinario”), filmado con muchas cámaras ocultas, encontró su camino a YouTube, donde ha sido visto por más de 26 millones de veces desde el 17 de noviembre, convirtiéndose en uno de los videos más vistos en la historia del sitio web.


Cuando observé el video, me planteé la pregunta de por qué, un hombre adulto que no es conocido por perder su compostura, estaba llorando como un bebé, y por qué tantos otros reaccionaron de la misma manera, tanto en el mismo patio de comidas y entre los espectadores que dejaron comentarios. ¿Por qué este video de una vieja obra de polifonía cristiana llega y mueve a decenas de millones de personas, una distinción que normalmente disfrutan las expresiones banales de la cultura popular?

La primera respuesta, la más obvia, es que la belleza y devoción cabales de esta pieza musical ha estado conmoviendo hasta las lágrimas a quienes la escuchan, desde que fue compuesta originalmente por el mismo Haendel. Según un viejo relato sobre Haendel, sus ayudante lo buscó una vez, luego de haberlo llamado por su nombre durante varios minutos. Él encontró a Haendel en su cuarto, llorando, cuando compuso el Coro “Aleluya”. “Pensé que había visto el rostro de Dios”, dijo él.

Fue conmovedor ver a esas hermosas personas, de todas las generaciones y orígenes raciales, ejecutar esta gran obra con alegría y devoción, pero aún más conmovedora fue su capacidad para transformar un patio de comidas, que es un símbolo trillado de una cultura consumista degradada cada vez más, con la alabanza gloriosa a Dios. Por un momento, ese día en noviembre, el secularismo militante de la sociedad moderna quedó mudo frente a algo que nunca pudo producir, ni comenzar a examinar a fondo, una voz hermosa de su repudiado pasado, reafirmando verdades que nunca morirán: ¡Él reinará por siempre y para siempre!

En ese momento lloré el mundo perdido de mi niñez. Aunque la cultura de la década de 1970, ya vacilante a causa de los trastornos de la década anterior, era solo un pálido reflejo de la sociedad cristiana que la precedió, muchos elementos de esa civilización perdida todavía estaban intactos. El Coro “Aleluya” y otras obras similares eran simplemente aceptadas sin más, como una afirmación de un compromiso con una cultura cristiana que impregnaba a Estados Unidos, Canadá y a gran parte del mundo occidental. Pero la América en la que yo había nacido ha sido arrasada, y el Coro “Aleluya” es ahora un acto revolucionario, un gesto desafiante frente al rostro de una cínica sociedad “post-cristiana”.

Pero el cristianismo, con Cristo como su rey, no puede morir nunca. Puede ser obligado a ocultarse durante un tiempo, en la privacidad del hogar y en el corazón de cada uno, pero las palabras del Coro “Aleluya” nos recuerdan que Jesucristo es “el Señor Dios omnipotente”, el “Rey de reyes y el Señor de señores” cuyo reino nunca tendrá un fin. Germinará miles de veces en formas nuevas y en miles de lugares, en centros comerciales y calles, en comercios y en oficinas gubernamentales. Su resurrección, como la del mismo Cristo, está garantizada.

“Una vez que los hombres reconocen, tanto en la vida privada como en la pública, que Cristo es Rey, al menos la sociedad recibirá las grandes bendiciones de la verdadera libertad, una disciplina bien ordenada, paz y armonía”, escribió el papa Pío XI en la encíclica en la que instituyó la fiesta de Cristo Rey. A eso, todo el cristianismo dice “Amén”.

Versión original en inglés en http://www.lifesitenews.com/news/victory-at-the-food-court
Traducción por José Arturo Quarracino

Ave María y Adelante...!
De Colores...!