17 de marzo de 2011

El desierto de la Cuaresma..

En cada cuaresma se la suele asociar al desierto, pues es una perfecta imagen para ilustrar como debemos vivir un tiempo tan importante para los cristianos.
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, las personas iban al desierto para encontrar su vocación ya sea voluntariamente, para limpiar su alma de todo pecado o por destierro (es decir, expulsado de su tierra). Los casos más conocidos son el de Moisés que es expulsado de Egipto por matar a un soldado egipcio (Ex. 2, 12-15), El mismo Moisés conduciendo a su pueblo a través del desierto por 40 años hacia la tierra prometida por Dios (Ex. Cap. 16 al Cap. 34), y hasta el mismísimo Jesús quien marcho por 40 días para encontrarse con el mismísimo Satanás (Lc. 4, 1-13).
Vamos a detenernos un poco en el pasaje evangélico; primero tenemos a Jesús haciendo “su primera experiencia religiosa”, encontrarse consigo mismo, probando su “naturaleza humana” y nada mejor que ir al desierto, donde reina la muerte hay poca vida y la vida que hay es peligrosa como escorpiones y serpientes.
En la antigüedad se creía que el diablo vivía en el desierto, y es ahí donde Jesús lo fue a buscar, pero además debía sanar las antiguas heridas de Israel, su gente. Lo hizo caminando 40 días por el desierto, devolviéndole a su pueblo la gracia de ser hijos de Dios, es decir, Jesús cancelo la deuda de los 40 años en 40 días, un día por año.
Todos sabemos como Satanás tentó a Jesús, Con el habré, es decir, la necesidad humana (Lc. 4, 3), el poder humano y la idolatría (Lc. 4, 5-7) y el poder divino, es decir, albardar de su poder de su naturaleza (divina).
En una palabra Jesús contesto con fidelidad, oración y compromiso y finalmente el diablo habrá pensado para sus adentros: -“En tiempos de Adán y Eva me fue muy fácil, pero con este Jesús no podré tentarlo ni haciendo horas extras” y el demonio se alejo hasta el momento oportuno (Lc. 4, 13) que es en su pasión y no tentándolo a El, sino a uno de sus amigos.

Ahora detengámonos en el desierto en si; es un lugar donde uno se puede perder fácilmente por su bastedad, sobre todo si no se va acompañado, para eso existen las caravanas. Además el paisaje es tan monótono que uno nunca esta seguro para que dirección ir.
Pero el mayor peligro lo presenta la naturaleza; en un clima tan árido y sofocantemente caluroso que superan los 50º C en el día y en la noche la temperatura baja bruscamente hasta los -10º C. Las tormentas de arena son muy peligrosas, con vientos que superan los 130 km/h quien arrastra arena y esto lo hace extremadamente peligroso. En cuanto a su geografía, el desierto esta constituido por dunas muy escarpadas.
Todo esto supone que aquellos quienes viven lo hacen de forma nómada y viven en carpas (tiendas) confeccionadas especialmente para ser habitadas en el desierto: Son espaciosas, frescas y claras para que pase la luz del día pero además son firmes para que soporte las tormentas de arena.
Para atravesar el desierto con seguridad, las personas no se trasladan solas, sino que lo hacen por medio de las famosas Caravanas, grupo numeroso de personas donde son todos una unidad.
Como dijimos antes, la fauna es muy peligrosa, por ejemplo, El escorpión es un insecto no mas grande que una cucaracha pero con un veneno mas potente que el de cualquier otro animal de su tamaño. Las serpientes son reptiles muy peligrosos y además muy silenciosos.
Este texto hasta aquí solo parece una nota de “Nat Geo” pero todo tiene que ver con nuestro desierto de 40 días donde podemos encontrar todos estos obstáculos. ¿Acaso no vamos a encantarnos con personas así en la cuaresma? ¿o tal vez somos nosotros los que tenemos la lengua venenosa de insultos, de negativismos, de maldad, etc.?. ¿No nos vamos a encontrar con medanos que van a obstaculizar nuestra vida de cristianos?. ¿Vamos a saber caminar en caravana con los demás para no “cortarnos solos” y perdernos fácil? ¿Vamos a poder tolerar los cambios de temperatura (y de humor) de los demás?.
Esta cuaresma, Jesús nos invita a caminar en el desierto de la cuaresma, no solos, sino en caravanas que son nuestras comunidades en cada una de nuestras parroquias, capillas, templos y grupos parroquiales. Tengamos nuestras tiendas bien armadas para que ninguna tormenta de arena (problemas del mundo) la haga derribar y sea acogedora para todos aquellos que nos necesitan y así llegar a la tierra prometida de la pascua, ese paso de la muerte del desierto a vida en gracia de un Jesús que sigue resucitando para que seamos libres en el siglo I como en el 2011 también.
Juan Güiscafre (J.XXXIX).

Ave María y Adelante...!
De Colores...!