El lema de nuestra Jornada de Jornadas fue "No teman ser los Santos del nuevo milenio".. Del mensaje de Juan Pablo II el 29 de junio de 2000, con vistas a la Jornada Mundial de la Juventud..
Este fue el mensaje del Papa:
«La Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros».
La cruz de los jóvenes.
Como recuerda el pontífice en el mensaje, en el centro de este acontecimiento estará la cruz de madera que él mismo entregó por primera vez a los jóvenes hace 16 años, cuando tuvo lugar la primera Jornada Mundial de la Juventud, para invitar a los chicos y chicas a «a llevarla por el mundo, como signo del amor del Señor Jesús por la humanidad y como anuncio que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención».
«Después de haber atravesado los continentes -constata el Papa-, esta Cruz ahora vuelve a Roma trayendo consigo la oración y el compromiso de millones de jóvenes que en ella han reconocido el signo simple y sagrado del amor de Dios a la humanidad».
Abrid las puertas a Cristo.
Al dirigirse a los jóvenes, Juan Pablo II lanza la misma invitación que hizo al comenzar su pontificado «a abrir de par en par las puertas a Cristo».
«Acoger a Cristo -explica- significa recibir del Padre el mandato de vivir en el amor a él y a los hermanos, sintiéndose solidarios con todos, sin ninguna discriminación; significa creer que en la historia humana, a pesar de estar marcada por el mal y por el sufrimiento, la última palabra pertenece a la vida y al amor, porque Dios vino a habitar entre nosotros para que nosotros pudiésemos vivir en Él».
La carta se convierte así en una profunda y sencilla meditación sobre el misterio de Cristo. Juan Pablo II invita a los jóvenes a ser contemplativos: «Permaneced admirando extasiados al recién nacido que María ha dado a luz, envuelto en pañales y acostado en un pesebre: es Dios mismo entre nosotros. Mirad a Jesús de Nazaret, por algunos acogido y por otros vilipendiado, despreciado y rechazado: es el Salvador de todos. Adorad a Cristo, nuestro Redentor, que nos rescata y libera del pecado y de la muerte: es el Dios vivo, fuente de la Vida».
«Jóvenes de todos los continentes --concluye el Papa, ¡no tengáis miedo de ser los santos del nuevo milenio! Sed contemplativos y amantes de la oración, coherentes con vuestra fe y generosos en el servicio a los hermanos, miembros activos de la Iglesia y constructores de paz».
Ave María y Adelante...!
De Colores...!