El Adviento es el tiempo litúrgico previo a la Navidad; son los 4 domingos anteriores al 24 de diciembre y comienzo el domingo posterior a la Fiesta de Cristo Rey. Los días del 16 al 24 de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad.
Al celebrar la Iglesia el Adviento, invita a meditar en la venida del Señor; que se presenta en 3 dimensiones:
Adviento Histórico. La espera que se vivió a la venida del Salvador. Desde Adán hasta la encarnación, abarca todo el Antiguo Testamento. Acercarse a esta parte de la historia es identificarse con aquellos hombres que deseaban con vehemencia la llegada del Mesías y la liberación que esperaban de Él.
Adviento Místico. Es la preparación moral del hombre de hoy a la venida del Señor. Es tiempo propicio para la Evangelización y la Oración que nos dispone a aceptar la salvación que viene del Señor. El Adviento, así, es de suma actualidad e importancia.
Adviento Escatológico. Es la preparación a la llegada definitiva del Señor, al final de los tiempos, cuando vendrá para coronar definitivamente su obra redentora, dando a cada uno según sus obras. La Iglesia invita al hombre a esperar este tiempo con la esperanza de que, cuando ocurra, será para la felicidad eterna del hombre que aceptó a Jesús como su Salvador.
El color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el morado, que simboliza austeridad y penitencia. Son 4 los temas que se presentan durante el Adviento:
I Domingo, la vigilancia en espera de la venida del Señor. En esta primer semana las lecturas y la predicación son una invitación del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento". Se enciende la primera vela de la Corona de Adviento, color morada, como signo de vigilancia y deseos de conversión.
II Domingo, la conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista. Durante la segunda semana, la liturgia invita a reflexionar con el profeta Juan Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega". La Iglesia nos invita al Sacramento de la Reconciliación que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado. Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.
III Domingo, el testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo. La liturgia recuerda la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y dispuesta a ayudar a quien la necesita. El evangelio relata la visita de la Virgen a su prima Isabel.
IV Domingo, el anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las lecturas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo". Se enciende la cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.