Las Jornadas de vida Cristiane les permite a los jóvenes tomar conciencia de un triple encuentro:
Consigo mismo.
Con Dios.
Con los demás.
Partiendo de esta nueva conciencia, el joven asume su compromiso renovado con el Señor en la vida cotidiana, dispuesto a ser fermento del reino en los distintos ámbitos en los que se mueve: La familia, el estudio, el trabajo y su grupo de amigos entre otros. De la Jornada se regresa a los ambientes para alcanzar y transformar, con la fuerza del Evangelio, los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación (Evangelium Nuntiandi)
La historia del movimiento reconoce a sus antecedentes en los Cursillos de Cristiandad surgidos a fines de la década de los ´40 en España. Mas tarde en México, se adapta los contenidos y las metodologías a la realidad de los jóvenes dando así origen a las Jornadas de Vida Cristiana.
En Nuestro País, la historia comienza cuando los sacerdotes salesianos Adolfo Ruhl y Adán Recofski viajan con el deseo de conocer el movimiento y traerlo a la Argentina. Finalmente , luego de superar varios obstáculos, realizan en Octubre de 1967 la 1º Jornada para muchachos de Rafael Calzada, Diócesis de Lomas de Zamora. Paulatinamente, en algunas diócesis, el movimiento fue extendiéndose, formando comunidades que han ayudado a vertebrar la vida Cristiana, enriqueciendo a las parroquias y revitalizando a las instituciones, e insertándose en los más variados ambientes.
Desde 1985 el movimiento de Jornadas de Vida Cristiana ha sido reconocido por la Conferencia Episcopal Argentina, siendo uno de los pocos movimientos juveniles reconocidos a nivel nacional.
En nuestra Diócesis, el movimiento nace cuando, luego de haber vivido ellos mismos. Mons. Roberto Toledo y Mons. José Correira realizan en Octubre de 1977 la 1º Jornada de Vida Cristiana en Avellaneda.
Las Jornadas a lo largo de todos estos años se han revelado como un instrumento privilegiado para la evangelización de la juventud y para el fortalecimiento de nuestras comunidades. Gracias a Dios, han surgido de Jornadas muchas vocaciones para el sacerdocio, de religiosa y consagrada, y se han forjado también matrimonios cristianos que dan testimonio al mundo del amor de Dios en sus familias.
Este trigésimo aniversario encuentra al movimiento de Jornadas abocado a nuevos desafíos. Hoy más que nunca, la juventud quiere y necesita alimentarse de criterios y conductas que tengan fundamento en lo esencial, en lo que tiene verdad y corre un riesgo serio si no lo encuentra. Solo el Señor puede calmar el hambre de plenitud que esta en nuestro corazón. Y cuando los jóvenes no encuentran al Señor, muchas veces encuentra sucedáneos en el abuso de las bebidas alcohólicas, en el actual flagelo de la droga, en un poco gratificante sensacionalismo sin amor, en un consumismo cada vez mas vació o en un activismo afiebrado y superficial. En el fondo, detrás de todas estas actitudes, se trata de huir de uno mismo, de los demás y de Dios Por ello, las Jornadas ofrecen precisamente la posibilidad de un autentico encuentro con Dios, el único capaz de restaurar el equilibrio interno y de dar alegría y esperanzas a nuestras vidas.
De este encuentro nace el asumir de la propia vida como una vocación y una misión. Si Dios ha iluminado y sigue iluminando, estamos llamados a comunicársela a los demás: A ser signo de esperanza a un mundo que parece olvidarse de Dios.
Queridos Jornadistas: ¡No tengan el miedo de correr este riesgo! ¡Sean misioneros con alegría y la creatividad que brota del amor!
Actualmente el desafió pasa por imbuirse en el espíritu de “Aparecida” para reforzar el espíritu de discípulos y misioneros y para eso necesitamos saber escuchar la palabra de Dios y dialogar con ella, de modo que desde el Evangelio tengamos algo grande que comunicarle a los demás que no solo sean palabras dichas de memoria. El ejemplo mueve mucho que las palabras. Lo mismo sucede con la oración: Solo si ella es el motor de nuestra actividad, de nuestra apostolicidad, nuestra misión podrá dar frutos. Así haremos que la iglesia sea más creíble a los demás, y a los jóvenes en particular.
A Todos los Jornadistas les deseo un muy feliz aniversario, pleno de alegría y de un renovado entusiasmo los bendigo a todos y cada uno de ustedes. Sigan dando razones de la esperanza.
De Colores!
Mons. Rubén O. Frassia.
Obispo de Avellaneda - Lanus.