3 de noviembre de 2007

Hemos creído en el Amor de Dios..

A lo largo de los siglos, el cristianismo se ha comunicado y se ha difundido gracias a la novedad de vida de personas capaces de dar un testimonio eficaz de amor, de unidad y de alegría. Precisamente esta fuerza ha puesto en "movimiento" a tantas personas generación tras generación. Jornadas de Vida Cristiana sigue siendo, en medio de nuestra Iglesia Diocesana, parte de esa fuerza, buscando que el joven tenga la experiencia mas maravillosa de todas: la de encontrarse con el Amor, la Belleza, la Verdad, la Plenitud: encontrarse con Cristo.
Celebramos 30 años de vida. Momento especial para: dar gracias por todo lo recibido, por lo mucho o poco que hemos podido dar, para pedir perdón porque no siempre respondimos a la Gracia con generosidad, porque nuestro testimonio cristiano no ha sido profundo, creíble, comprometido… Pero también para mirar el hoy y buscar, con creatividad, como responder a los desafíos que este tiempo nos presenta. La realidad cambia rápidamente y a veces no nos damos cuenta: la indiferencia y la increencia práctica lleva a vivir ‘como si Dios no existiera’, neopaganismo que idolatra los bienes materiales, los beneficios de la técnica y los frutos del poder, la búsqueda de la felicidad se reduce a un deseo de prosperidad material y a la satisfacción de los sentimientos, la competencia despiadada, el placer individual. Sin embargo el hombre y la mujer de hoy siguen buscando la felicidad… Nosotros sabemos que es a Cristo a quien se busca cuando se anhela la felicidad. Aunque la realidad parezca enferma, hostil o apática, necesita de El. Nosotros “Hemos creído en el amor de Dios, nos dice el Papa Benedicto en la Encíclica Dios es Amor, así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.”. Jornadas nos permitió llegar a este encuentro, que embelleció nuestra vida y la hizo florecer otra vez, pero no solos, sino junto a los hermanos, en la Iglesia, nuestra casa.

El desafío que Jesús nos propone es grande. El Movimiento esta llamado a la aventura de remar mar adentro y tirar las redes en el nombre del Señor, con el entusiasmo y la alegría de los que 30 años atrás empezaron el camino. Hoy nos toca a nosotros gritar a viva voz: "Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera. ¡No tengan miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abran, abran de par en par las puertas a Cristo, y encontraran la verdadera vida." (Benedicto XVI)

Celebremos con espíritu agradecido, con humildad, renovando nuestro entusiasmo y compromiso, para llevar a Cristo un alma y mil más y seguir escribiendo, de la mano de María, esta historia de colores.

P. Gabriel L. Favero